Actualmente en una PYME, sufrir un ataque informático puede ser catastrófico tanto para la empresa como para su actividad productiva. Miles de datos quedarían en entredicho, exponiendo lo más vital de una empresa: los datos privados de los que dispone y su propia estrategia. No hay que olvidar que cualquier empresa se arriesga a sufrir un ciberataque que puede provocar numerosas consecuencias, tanto a nivel económico, como legal o reputacional.
La ciberseguridad es un factor muy importante dentro de una empresa, tanto pyme como multinacional. En la actualidad los ataques informáticos están a la orden del día, por ello, es fundamental que toda la plantilla adopte las medidas adecuadas para proteger sus datos y de esta forma no poner en peligro su negocio.
Errores más comunes
La falta de conciencia sobre los ataques informáticos pueden condenar a la pyme y son algunos de los errores más comunes que sitúan a las empresas en una posición de vulnerabilidad frente a los ciberdelincuentes. Los más frecuentes son:
– Tener contraseñas sencillas o tener una fácil accesibilidad a los equipos.
– Antivirus gratuito o tener desprotegido el equipo.
– No tener actualizados los equipos de la organización
– No hacer copias de seguridad
– Incumplir la LOPD (Ley Orgánica de Protección de Datos)
Consecuencias más frecuentes tras un ciberataque
Las consecuencias de un ciberataque mal gestionado pueden ser muy negativas para cualquier organización. Quitando la obvia pérdida datos y de volumen de negocio, estas son las más comunes:
– Pérdida de reputación. Las grandes empresas si pueden paliar la pérdida de imagen y clientela, pero para las pequeñas y medianas empresas no lo tienen igual de fácil ya que el daño pueden suponer su desaparición.
– Si los datos personales han sido expuestos, los clientes se sienten traicionados. Es por ello que hay que tratar de proteger esos datos como si fuera el elemento más importante de la organización, porque realmente lo son.
Con unos sencillos pasos, como los que aconsejamos en IDavinci, se puede asegurar a la organización convirtiéndola en casi inviolable.