No es ciencia ficción, muchos trabajos operativos pueden ser planificados, estructurados y liderados por robots que, ejercerán de coordinadores de trabajo, incluso a veces serán jefes, de hecho, cada vez son más los trabajadores que reportan su trabajo a jefes digitales. Estas entidades tecnológicas se encargan de supervisar y monitorearlo, pero dentro del sector se llega a ver en estos algoritmos un potencial peligro hacia los derechos de los trabajadores e incluso podría ser nocivo para las compañías. Pero por otro lado, si se ajusta y se ejecuta de una forma equitativa para trabajadores y empresarios, puede ser un sistema de reporte beneficioso para la empresa, sobre todo enfocado al aprovechamiento de la jornada laboral.
Esta gestión basada en los algoritmos no es un concepto nuevo. A comienzos del siglo XX, Frederick Winslow Taylor revolucionó el mundo de la producción con su teoría de la gestión científica que ahora conocemos como Taylorismo y que en resumidas cuentas el principio de esta teoría era exprimir las ineficiencias de las fábricas cronometrando y midiendo cada aspecto del trabajo para así poder obtener una productividad mucho más alta.
Con todas las expectativas sobre la IA y las tecnologías avanzadas, es justo preguntar si los gerentes pueden ganarse a los empleados y ser percibidos como más confiables que las máquinas.
En algunas empresa, incluso, se fomentan los mensajes recompensa para que los trabajadores sigan intentando llegar al objetivo. Mensajes como “¡Sigue! Ya queda poco para cumplir el objetivo” o “¿Ya? Podrías ganar mucho más” son ejemplos de cómo el mismo algoritmo trata que los trabajadores se expriman al máximo para conseguir ciertos objetivos. Los expertos lo llaman gamificación y es la técnica de premio-recompensa que hace ya una década usaban los videojuegos. Una forma de controlar grandes grupos de trabajadores sin que lo parezca.
Aún está por ver y por confirmar si los resultados que salen de este tipo de liderazgo robótico le interesan a la empresa. Es posible que los resultados más puramente técnicos sí que se vean beneficiados al ser supervisado por un jefe digital, pero si centramos la vista en el ambiente laboral, la presión y la comunicación, puede que aún se tengan que pulir. Hay empresas que afirman que están logrando un sistema logro-recompensa muy favorable hacia el empleado, incluso con mensajes personalizados del CEO hacia el empleado.
A día de hoy no parece haber otra alternativa más que supervisar a los algoritmos que nos supervisan y esperar a que el tiempo deje en evidencia -o no- a estas empresas que utilizan a los jefes digitales. Pero lo que parece claro es que La IA será un socio en este nuevo mundo de trabajo.