A principios del mes de agosto de 2020, el Gobierno lanzó la aplicación «Radar Covid» para ayudar a controlar la pandemia de coronavirus, pero no ha logrado tener el éxito que se esperaba, ni ha llegado a tener la utilidad que se le presuponía. El problema no es la tecnología empleada, sino la falta de un uso generalizado. Sin los suficientes usuarios activos y sin los códigos necesarios para notificar los casos positivos, la plataforma no puede llegar a ser útil ni eficaz, ya que precisamente la app requiere de interconexiones entre distintos dispositivos móviles para hacer un buen mapeado.
Solo 6,8 millones de personas han descargado la aplicación y no se sabe qué número de ellas la tiene activa y la utiliza ya que para ello, hay que dejar conectado el bluetooth, si se desconecta, no funciona. Incluso aunque los 6,8 millones de personas la usaran de forma correcta, esto supone menos de un 15% de la población. El Gobierno ha insistido en que era necesario al menos un 20% para que fuera eficaz. En caso de que un usuario fuera positivo por coronavirus, tendría que introducir el resultado en su aplicación y ésta informaría anónimamente a las personas con las que haya tenido contacto.
Se puede confirmar el fracaso de esta app como herramienta sanitaria para los ciudadanos. Su desuso provoca que la aplicación no tenga sentido en sí misma, ya que está diseñada para justamente lo contrario, ser utilizada de manera masiva.
De los 3 millones de contagios confirmados en España, en la aplicación se han introducido menos del 3%, claro reflejo de su poco uso e importancia a la hora de servir como elemento útil para la población y para el propio gobierno.